¿Conoces el reiki?
Reiki es una técnica de canalización de energía a través de las manos.
La palabra Rei (universal, sin límites) Ki (energía vital) es japonesa, así como esta técnica; pero, la práctica de transferencia de energía viene de tiempos muy remotos.
Es la energía de la cual han hablado muchas religiones y culturas con nombres como: Prana, de los hindúes; mana, de los Kahunas; energía bioplasmática, de los investigadores rusos; y el chi, de los chinos.
Reiki canaliza la energía universal elevando los niveles vibracionales del cuerpo físico, abriendo ciertos canales y centros energéticos llamados chakras.
Es una herramienta muy eficaz de relajación, para aquietar dolores a nivel físico y, en niveles emocionales, ayudando así a liberar bloqueos de energía.
¿En qué se basa el Reiki?
Todo es energía… Los edificios, nuestro coche, la ropa que llevamos, las plantas, los animales y nosotros mismos, somos energía. Lo que diferencia un objeto de otro es su nivel de vibración.
Nuestra naturaleza -eminentemente física- está totalmente enfocada a planos de vibración sólidos. Aquello que podemos sentir y tocar es lo que consideramos “materia”; y nos cuesta mucho más ser conscientes de la energía vibrando a niveles más altos, lo cual no significa que no exista o no sea real.
Así pues, la energía está en todas partes, forma parte de nosotros y nos nutrimos de ella.
¿Qué hace exactamente el Reiki?
El Reiki como sistema de canalización de energía nos aporta el reequilibrio sutil y vital que nuestro cuerpo necesita para funcionar; mejorar todos los procesos internos; manejar nuestro estrés para que no nos descargue; y, gestionar nuestras emociones para expresarlas y no acumular energía de vibración baja que nos impida estar al 100%.
Reiki no es incompatible con ninguna otra terapia ni medicina y, por supuesto, nunca podemos sustituir un tratamiento médico. Lo que sí podemos hacer es complementarlo con Reiki para apoyar y paliar los posibles efectos secundarios de tratamientos agresivos.